13 de abril de 2010

Teorías fragmentarias



Una mezcla perfectamente simétrica de orgullo y estupor se produce cuando te encuentras una idea que creías totalmente original propia (o que germinó al menos sin influencias conscientes) reproducida totalmente o en parte en algún medio admirado. Dada la multiplicidad de éstos en nuestro tiempo, no hay manera de rastrearlos todos. Y por esa misma alegría expositiva es muy inocente pensar que las eyaculaciones mentales son personales y únicas, que nadie ha tenido una revelación o conclusión similar nunca. Esa gran visión que crees tener posiblemente la haya alumbrado otro antes (o durante, o después) que tú. No importa tanto el momento como las circunstancias que lo acompañan.

Esto mismo he vivido yo al terminar de leer "Las teorías salvajes", primer libro de Pola Oloixarac. Al llegar al penúltimo capítulo me he dado de bruces con algo que siempre he sospechado: aquello que metabolizas internamente tú sólo, sin compartirlo con nadie, no está eximido de ser alcanzado por otra persona.

Hace unos 6 años, mientras estudiaba fotografía, se me ocurrió un proyecto que tenía mucho de visionario, aunque yo no lo percibiera tan en profundidad: quería hacer collages con partes de fotos tomadas en distintos momentos, y a ser posible por distintas personas, de lugares emblemáticos del mundo. Como madrileño de arraigada cepa que soy, la Puerta de Alcalá podía suponer un buen comienzo. El propósito era uno: mostrar la artificialidad y futilidad de la postal como paradigma de lo turístico, dado que ese momento captado es único y difícilmente transferible. De ahí surgían otras interpretaciones: la multiplicidad infinita e inabarcable de puntos de vista; la fragilidad de la foto-instantánea, diluida en una suma de ellos dentro del propio collage, lo que subraya la identidad multiforme, subjetiva e inaprehensible de las cosas. Y, como decía, sin saberlo estaba proponiendo un pequeño salto adelante, retratando lo fragmentario de nuestra realidad actual, compuesta de millones de puntos de información que a su vez conforman un collage absoluto e inasible.

Pues bien, como suponéis al final no moví un dedo. Y terminando ayer el libro de Pola me encuentro con que todo esto que hacía únicamente en mi cabeza forma parte de sus teorías salvajes. Por supuesto, mucho mejor armado y como colofón de una novela fascinante. Como decía al empezar, se mezcla un orgullo por ver que mi proyecto iba bien encaminado y era un hijo natural de nuestro zeitgeist, con la sorpresa de leerlo expuesto con gran lógica por alguien a quien no conozco, que vive a miles de kilómetros de mí y que ha conseguido incluirlo todo en un medio y contexto completamente distinto al que yo había imaginado. Vasos comunicantes de la cultura occidental, supongo.


1 comentario:

Unknown dijo...

Enhorabuena Mol! Un despegue brillante! Este post nos ha encantado. Animo! Sigue amenizándonos con tus desvelos y desvarios... Besotes!